¿Para qué coño quiero
estos versos marchitos?
Si no me curan, simplemente
consuelan mi llanto,
Lo acunan, como una triste
corriente de agua,
muertos,
No valen para nada,
ni siquiera nadie los leerá,
Se van a morir en mi tinta,
que es su esencia,
Tinta negra ondeando pensamientos
aún más oscuros,
Preñados de tristeza,
de melancolía,
del llanto absurdo
De las noches en soledad...
muriéndome...
¿Y que soy yo, el poeta?
Un soñador borracho de recuerdos,
La luna solitaria bosquejada
en la noche más puta,
La que ha vendido sus estrellas a las nubes,
Sólo soy el loco que muere en el papel,
Después no soy nada, un sujeto
sin predicados aparentes,
Otra rama más del árbol,
Sin mis versos no soy nada,
Y sin embargo estos no son ni
siquiera esencia de mi mismo,
Son sólo mis lágrimas abyectas
Prostituidas hasta perecer,
Solazadas en un papel,
Disfrazadas de lo que algunos iluminados
considerarían belleza formal,
Y otros, en sombra, tacharían
de realidad hirviendo.
Al fin y al cabo eso soy yo,
escritor de mentiras,
Putero de realidades disfrazadas.