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jueves, 17 de noviembre de 2011
Muérete de mi
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sábado, 5 de noviembre de 2011
Tú y tu...
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viernes, 28 de octubre de 2011
ranas.
Los huecos rellenos de plomo
hondean abrazos de níquel.
Las margaritas fluorescentes florecieron
en tu pubis como ranas acrobáticas
que buscan el consuelo de un dios
vestido de seda.
Todos amábamos el desastre que desataba mientras
se sentaba con su minifalda azul.
Todos éramos esclavos de la hidra
desmesurada, de su labio inferior
tiritando.
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jueves, 13 de octubre de 2011
c´est la vie.
Reman los otoños hacia su ocaso.
Tengo frío y tú en bikini.
Ya volverá todo, tiene que volver
despojado por la inercia tus miradas,
tus oscuras melodías.
C´est la vie mon amour…
Y martillean los humeantes latidos
y la voz rota que llora desde el otro lado de la ventana
me grita: Huye de ti mismo.
Pero es demasiado tarde como para que
tengas abierta el alma y me dejes salir.
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miércoles, 12 de octubre de 2011
otoño de 1780
Bajo el chaparrón
en blanco y negro,
con un beso como cortinilla,
un roce como punto y final.
Acaricia este infierno mío de azaleas,
besa la estúpida utopía
a la que me entrego sin coartada.
Besa la herida que has dejado
si tanto te enorgulleces de ella.
Bajo el chaparrón me otoñabas.
Bajo el chaparrón te fuiste con las maletas
sobre un taxi espectral.
Como quien ha robado los muebles ancestrales
del templo donde guardaba lo que soy.
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lunes, 10 de octubre de 2011
ya lo verás.
Aquel otoño te rompía las guirnaldas.
Solo quería bailar para ti…
Que fueras su musa por un rato
y luego la primavera se haría
ascuas… en tu pubis.
Ya no somos nada ni siquiera divagar.
Ya no queda más que el envejecer de las estatuas,
seré el milenario martillear que te sostiene
ya lo verás
cuando nadie quiera
hacerlo… ya lo verás.
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domingo, 9 de octubre de 2011
quizás.
Vienes mientras canta para mí
el delfín anestesiado de la luna.
Vienes y en la humareda, en el
prístino amanecer alicaído
te vuelves a reír con mi locura.
Maldita risa… Haces que todo vuelva a tener sentido
y eso que solo quise olvidar.
Ni olvido quisiste ser para mí.
Solo muerte.
Solo matas y eres consciente de ello
y te divierte tenerme enredado
y que me muera por ti.
Si tú supieras que algún día
el viento cambiará
y yo estaré ya
demasiado lejos
bajo tierra
o muy alto
quizás
pero lejos
martes, 4 de octubre de 2011
corazón en urgencias.
Tengo la urgencia de los labios en espera
en el cajero de la melancolía,
el sexo de los dioses sobre un papel mojado.
Tengo urgencia de tu dulce matarme.
Tengo nostalgia de tu invierno, tus pearcings,
tu luna, tu flequillo, tengo urgencia de morderte.
Pero llegó adormecida esa tristeza que los poetas
creen conocer, asidua en las estaciones,
robustas como Cadillacs sin espejos.
Tengo la urgencia de peatones sin vida,
el triste sonido de pasos que entona el himno del proletariado.
La melancolía de esta luna mal peinada.
Tengo urgencia de olvidar lo que no olvido,
de darte un beso atronador,
de que juegues conmigo
como si no mereciese tener conciencia.
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martes, 27 de septiembre de 2011
envidia del espejo.
Tan fácil como que los poetas no
se merecen a las musas tú acudes a la duda,
sé que sabes que me muero y sé que sabes
que las catedrales, los poemas, las lunas
significan nada sin tu «sí».
Sé que sabes que noviembre me espera
y que me gusta acurrucarme en mi nostalgia
como en la tuya te desnudas tú,
por eso envidio tu nostalgia, por eso envidio
a tus espejos, por eso los míos se mueren de asco
cuando me ven cagar.
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lombrices.
sé que te seduce el vaivén de la cola
cercenada, su absurda vida post mortem,
que te distrae y te absorbe,
igual que las lagartijas.
Yo en cambio quiero que mires ahora la cabeza,
ensangrentada y mustia donde moran las ideas,
escurridizas y banales,
pero ideas
a las que nadie presta atención.
lunes, 26 de septiembre de 2011
vadeando.
Aun así tengo esperanza en noviembre…
Siempre llega y calcina el cierzo y con el frío me acurruco y me dejo visitar por las musas. Qué asco de faquir que no concilia el sueño en esta cama de clavos. Qué asco de domador que se acurruca entre los leones. Ya lo sé, tú te mereces el eco y no la bulla, la mirada cuidadosa de quien ostenta la luz y yo en este cuarto oscuro mientras te filtras por las humedades, vadeando la luna voy, sin precio, condenado y expuesto, pero sin precio.
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domingo, 25 de septiembre de 2011
agüita.
Quiero no ser nunca más la nada en ti.
Que no te dediques a buscar el agua
que yo de ríos y manantiales tengo llena la barba.
Quiero ser el que te da de beber y te emborracha
cuando la noche se espesa y el frío hace mella
en tu cuerpo de botellón absurdamente
tierno.
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sábado, 24 de septiembre de 2011
la noche sin ti.
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miércoles, 24 de agosto de 2011
¿Palabras?
Mi voz es el crujir de un nicho,
el eco del esperma.
Sé que mil veces que hable
el reguero de tinta supurará
(algunas heridas de vida, otras mortales de necesidad)
palabras sin aire,
quebrados huesos que sostienen un cerebro con cables
de plomo alimentado por las vísceras de la soledad.
Palabra profética de la memoria enterrada,
palabra enredada en mi barba de alambre,
en los juguetes de mi infancia,
en mi triste renquear por las ojeras.
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lunes, 22 de agosto de 2011
«noctofilia»
Aprendimos la gravedad mientras me olvidabas.
a ti te gustaba aquella noche etílica y rala,
el vaho de las ventanas de hotel.
Aprendimos la gravedad como piedras
arrancadas de la mano infantil,
como lenguas pegadas con sal.
Aquella «noctofilia» tuya o el simple miedo
a que amaneciera y yo siguiese allí,
tú y yo sabemos que solo soy
lo que se oculta tras mi barba,
quizás ni eso aunque alquilar identidades
tampoco fue nunca mi oficio.
Aquella noche te amaba más que yo,
era evidente que tú y ella bailabais
contra el epicentro del sexo,
tú y ella nunca quisisteis agarraros
a la barba de un poeta y amanecer donde fuera.
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sábado, 23 de julio de 2011
bajo las farolas
La tristeza es llegar
a la siguiente farola y que a nadie le importe,
supongo que esa es la vida:
almacenar luces.
También supongo que esas luces
nunca fueron sino la excusa
que nos puso
el destino para apagar las vergüenzas,
vivir es romper las farolas y superar las fobias,
una a una, cada día un poco más cerca del sudor
y de tus labios.
La vida es la última bala en la canana, la bala
que decide qué farola apagar,
la bala
que cercena el eco del cementerio mientras
las luces avanzan, una a una,
mientas corres, huyendo de ti mismo.
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sábado, 9 de julio de 2011
cenizas.
Esta pupila
llora ceniza de noche cerrada.
Vamos, obsérvala sin miedo,
seguro que no es la primera vez que ves la muerte
viva.
Desnuda.
Axiomática.
Esa muerte que huele a desinfectante
y que sangra espuelas negras
al contacto con la sangre
roja de la vergüenza.
Esa muerte alérgica a si misma
que emana espanto infectado de inocencia.
Esa muerte que muere matando.
Una vida desnuda y fría,
con el vientre negro que se deja follar
y que cuando
excreta su orgasmo atronador
sisea una nana eterna. Tétrica. Estúpida.
Esa muerte sin telón ni espejo,
esa muerte espiritual
que cabe en una sola palabra
aún por inventar y por lo tanto
intangible
como la muerte misma, supurante,
febril, VIVA.
Viva ceniza de un recuerdo que mata
porque se niega a morir,
porque se niega a ser archivado
en la palabra muerte
o en una palabra aun por inventar.
Ceniza de una palabra de llama azul
de mechero,
o de esperma
que mata mientras huye.
Esa muerte de ceniza de Quevedo,
esa muerte,
azul,
de mi memoria.
Todavía ardiendo
de tan muerta.
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viernes, 8 de julio de 2011
corazoncillo
Entrar a un bar
yo
solo.
Descifro mis latitos
atosigados por el humo,
me duele el pecho
de latir,
entro al fondo y me coloco
en la barra,
primera cerveza,
ritmo normal,
calada tras calada
la terracita
de verano me deja morir
a su merced
sé que quiere matarme
y yo lo quiero también
pero mi soledad
protege mi estirpe,
está metida en mi sangre
e intento que el humo me haga vomitarla
pero no se deja manosear
ni ungir
en cerveza.
Siguiente cerveza,
hablo con gente que no conozco
y que me conocen,
saben de mí,
el borracho de la esquina del bar que
se sienta solo
a fumar.
Tercera cerveza,
mi cabeza convulsiona,
chicas guapas
con las que no llegaré
a cruzar palabra,
eso me agobia a un más,
mi miedo a la felicidad,
aquella chica tenía razón,
me da miedo…
Y entonces caigo de nuevo en mi embudo
desparramado
en espiral
de humo y miseria,
qué bonito que es
un cuerpo ardiendo
a contraluz,
parecen fuegos artificiales,
va,
otra calada,
otra hora de vida,
otra hora que espero que me mate.
otra hora que no tiene tiempo,
es una hora vacía,
una hora que lleno de humo
y que sé que me cobrará el IVA,
16% de masa cancerígena
en el pulmón derecho,
espero que lo haga
o por lo menos que lo intente,
¿Si no de qué fumar tanto?
Sonrío ya sobre mi cama,
vamos, gira, mundo,
seguirán su curso los planetas,
las galaxias cercanas,
vivimos en una galaxia de pueblo,
de periferia,
una galaxia podrida que estalla
en un pulmón,
en una calada
mágica,
una calada
que baila
una danza fúnebre,
espuma torácica
que espero supurar como un animal
abandonado al que le gotea el belfo
de la hambruna.
Sueno triste y necio,
estúpido,
y este latido de nuevo es
un soniquete
que pudre los ventiladores
y evapora su aire.
Que acabe esta balada
Ja ja ja
la risa se deforma,
es una lágrima
sin sexo
equivocada de orificio,
ja ja ja
se juntan su eco
y el zumbido de un corazón acelerado
que quiere cerrar filas,
muerde el polvo
y se arrastra por el pecho
como un gusano
sin cabeza.
Este corazón que no calla
por mucho que yo quiera,
le debo demasiados
favores
como para que se muera
a gusto.
Cabrón.
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jueves, 7 de julio de 2011
Tú poético
Tú, sí, tú,
yo poético,
quien quiera que seas,
¿Quién soy?
O se supone que YO soy tú
o tú te embebes en mi sombra.
Sí, hablo conmigo que es contigo
y no existes si yo no me hablo,
¿Y ahora qué?
¿Dejo que te mueras?
¿O me suicido?
¿O te mato?
Abandona mi mano
ensangrentada,
vete al infierno que habito.
¿Cuál es la diferencia entre tú y yo?
probablemente
solo
sea
cierta dosis de alcohol
en vena.
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fobia
Somos un vaso de fobias
que escancia
su rutina.
Somos la gota que colma
ese vaso,
un parásito sin cáscara ni espejo
cayendo al vacío de una vida
sombreada,
somos totalmente libres, por otro lado,
de elegir nuestra propia celda
en la que flagelarnos,
seres indiferentes al
triste gotear
de esta miseria,
de esta humedad
en el techo
de esta cárcel.
Por lo menos
yo
aun no se convivir
entre estos charcos
de angustia.
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miércoles, 6 de julio de 2011
sabía besar
Aquella camarera sabía
besar,
lo sé por la
forma en la
que contaba las
monedas.
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lunes, 4 de julio de 2011
cucaracha
quiero habitar
una sucia grieta
en una escalera de vecinos
y que un desastre nuclear
destruya el resto de la humanidad
para habitar las calles
sin que vuestras sucias
Converse All Star de cien pavos
nos pisoteen.
¡vamos,
humanidad,
mataos entre vosotros!
Seremos vuestras herederas en la lista
de seres despreciables.
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Ibex35
Aquel latido descosía bisagras
de franela,
su danza en el precipicio
dibujaba el nombre
de una ciudad
infectada
por el incendio controlado
de la vida laboral,
los horarios de oficina,
el PVP
y el precio de los alquileres.
Aquel latido
sabía que iba a ser
solo
un zumbido grave
en la lejanía de una melodía
torácica eterna,
aquel latido
sabía
que aún sigo vivo
entre los cascotes
de la burocracia.
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jueves, 30 de junio de 2011
ámbar
Si tengo que escribir
un poema a tientas
deletreo
el constante
zumbido del ventilador
que es lo que tengo más a mano
y pienso en tus ojos como el ámbar
del cristal de un litro de cerveza,
tan puro, tan lleno,
tan vacío
por mi erosión,
como mi boca devora su contenido
mis poemas devoran tus ojos,
y vuelvo a su fría humedad
y tus ojos vuelven a sus frías lágrimas
después de un verano
sin autopistas,
después de una noche sin sexo.
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lunes, 27 de junio de 2011
Bajo la arena.
Estás bajo una luna que desconozco
desnuda,
es tu recuerdo fabricado
por mi borrachera,
quizás tu sabes quien eres.
Mírame,
soy yo…
aquel poeta que te hizo reír,
ahora no me reconoces
porque estoy
totalmente desnudo,
porque ya no tienes el beneficio
de mis dudas,
ahora eres esclava de mí
y yo soy esclavo de
mi nostalgia
y con cadenas,
hablar,
es siempre
un estorbo,
por eso dejemos de hablar,
déjame que desentierre mi
poesía primigenia,
aquella que sabía hacer cuando no
sabía escribir,
la poesía de un niño
que agarra una mano que no puede abarcar
y que abraza su recuerdo en cualquier otra chusta de la memoria,
en cualquier otro pasillo estrecho
como una mirada de alguien conocido.
Ahora esa poesía está llena de tierra
y al escribirla
emborrono tu recuerdo
tratando de amarrarlo
dejando enterrada a la misma vez
un recuerdo que quiero que seas
y que tu quisiste ser
en cualquier memoria.
domingo, 26 de junio de 2011
Desayuno.
For miss Paula.
No te pongas triste si mañana no te desayuno,
ya tengo servido el zumo de
tinta con toque de limón
para hacer las delicias de las cucarachas circundantes.
En cambio para la cena
te ofrezco
una taza de mi angustia:
¿La prefieres al dente
o simplemente
desnuda?
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sin espinas.
Todos locos
en esa ráfaga de olvido
crudo.
Todos locos,
yo el primero,
el único que fue
capaz
de soportar mi peso,
Y ahora que ya no hay camino
hacia ningún puerto seguro,
¿Qué hacemos con las manos?
Dime donde se esconde el
olvido,
o si solo fue un recuerdo que nunca existió.
Ya sé que en su reguero de polvo
flota el magma de la despedida,
Las putas becas ERASMUS,
el verano y la asfixia,
y todos locos detrás del olvido me dejaron a mi
acariciando un recuerdo sin espinas.
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viernes, 24 de junio de 2011
Partido Popular
Estás guardada en el arcón de mi
ignorancia,
no te quiero desnudar
aun
por saber qué misterio ocultas,
quizás si lo hago
desaparecerás entre el vapor
de mi semen totalmente pura
por extraño que parezca
ante la perversión
de tu pecho a oscuras,
y si anochece en las alcantarillas
de mi alma te ignoraré
hasta que mi cuerpo vuelva a estar
desnudo de verdad,
abandonado al alcohol
y a los billares,
totalmente ajeno a tu lengua envenenada
de azúcar.
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méritos propios.
que yo no sé escribirte,
un poema desnudo,
amor,
desnudo y visceral
totalmente
escrupuloso con las metáforas
y con una simbología
solo consabida por ti y por mí.
Te mereces ese poema
que el mundo entero
pasaría por alto
y que solo tú,
SOLO TÚ,
sabrías leer.
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domingo, 19 de junio de 2011
arena
Ella está desnuda,
completamente nacarada,
es un fantasma de mi miedo hecho arena
sobre la alfombra mustia
de mi soledad.
Me da miedo que se derrumbe
antes de que mis dedos
la humedezcan
y le den forma
sobre la fina orilla
de aquella playa
sexuada
o que los niños
jueguen con ella
sin darse cuenta
siquiera
de que dejó
hace tiempo
de ser materia.
La observo servir las mesas,
deambular
por la barra, ignorar
que ignoro
mi muerte
solo sentándome a mirar…
Desde lejos sus arrugas
se ruborizan
y parece todavía la
niña con la que yo quise jugar un día,
aquella niña que se hizo mayor
antes que yo.
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viernes, 17 de junio de 2011
mosca.
Vendrán las moscas a
mi hedor,
moscas pajeras que acuden
al ruido de los despojos
metálicos.
Las mato una a una
Y observo sus cadáveres
de verano.
¿Cuantas miles de moscas
a cada instante mueren?
Tanto baile de almas
eternamente mortal
sin tumba ni
digna sepultura
que desean entregarse
a un placer crematorio cualquiera.
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lunes, 13 de junio de 2011
el festín
Se hizo otoño durante
El festín de las cucarachas en la escalera
Y se secó tu rama enferma.
Ya es otoño en tu pubis caduco
Y caen esparcidas las hojas
Del sexo,
Su placer eterno
Con tonos sepia
Regando un suelo
De cobre,
Su mustia humedad
Disecada por un pasado
de avería,
su mañana desnuda
echada a perder
por el ruido
del deber cumplido.
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miércoles, 8 de junio de 2011
atardecer de junio
Happy Birthday, Ali.
Ella pertenece a ese recuerdo
con el que no me puedo masturbar,
esa desnudez sin sexo
perfectamente dueña de sí misma.
Está tallada en las calles
de la esperanza
como un domingo sin saldo,
tan barata y tan predecible a la vez
que se rompe
por las aristas.
Ella es invierno
trasnochado que
anochece y
cuerda contra el cierzo
queda colgada del tendido eléctrico su cajita de música
de 1960 todavía musitando
su nota mortal.
Y ella bajo su estúpido vaivén,
—estúpido porque ya está rota y
aun así parece querer darse cuerda a sí misma
bailando contra la inercia—
comete el delito de pararse a pensar en el pasado.
Hay dos caminos posibles
En esa situación:
Suicidarse en mis brazos
o dirigirse
hacia donde
la
lleva
el humo.
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martes, 7 de junio de 2011
Bukkake
Desconozco si es verdad
Eso que dicen de tu cama,
Que de tan transitada
Ya gime,
Sé en cambio a que saben
Las despedidas
Y el ácido complaciente
De la lágrima
Y sólo te ofrezco
A cambio
De tu beneplácito
Mi bukkake de tinta
En tu boca sucia:
Vamos, deja que te fecunde,
Vamos, deja que te purifique,
Vamos, déjame que te
Pinte la cara.
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lunes, 30 de mayo de 2011
La ignorancia del tiempo
Desengañada del veneno
como un dios sin catedrales
acude a las llagas,
hace de la vida
una ventana
hacia el lugar donde
se rompen las estrellas
y deja que la noche
se pierda
ondulando
en su pelo
o simplemente muriendo de sed.
Ella ignora su tiempo
como se ignora la
cópula del óvulo infecto de
rutina
y hace de su caminar
líquido de mi
inocencia.
Siembra la abulia
en las pupilas suavizadas
que la miran
e ignoran
el tamaño del
acorde
que segmenta su vuelo
y su sexo
amarillo.
Y yo me yergo,
titiritero
de la madeja de excusas,
del imberbe soldado
de arena que frecuenta el zulo
de la poesía como si noviembre
no conociera mi cicatriz y mis
ademanes
y sabe además que en mi ascenso
de ojos cerrados
quedaré trepanado
por el bramar del cementerio
del escote
o la furia del cierzo;
pero la caída me agota
y vuelvo al barro vuelto en
los filamentos de la inercia
y me dejo besar por las
soledades, por la herencia
de la muerte
tejiendo lo que serán
esquejes
de desvelo y patios interiores
que soportarán
mi desprendimiento
hasta que la madrugada mude su
inocencia translúcida.
Y salto desde la ventana
y me enredo en
los tendederos
y con las bragas en la cara
caigo al suelo
y las cucarachas
huyen
y todo
huye del quejido etílico de
mi desmayo
y al despertar
actúo en
el espectáculo televisivo de
la muerte.
Y continúo la guerra
desprovisto de luz,
una vida que mata
eternamente la esperanza
y que guarda
ceniza
por si a caso.
Continúo la guerra
contra mi mismo,
en la batalla dictada
de admitir un adiós
como un réquiem entonado
por el eco del chirriar
de los somieres.
Continúo la guerra
con miedo al presente
por miedo al olvido,
ese olvido
mercenario que
segrega
el dulzor de la tormenta
para darme vida,
el dulzor del claudicar
de la impostura
en una sábana
demonizada,
democratizada,
recalificada
o simplemente
con precio.
Una vez terminada la batalla
observo la pira
de despojos
resultante
de la matanza,
los poemas esparcidos,
la memoria
de una sociedad
que se flagela mientras
entonan el himno
orgulloso de los vencidos,
las casas quemadas
y los damnificados
que acuden
a los funerales
de sus congéneres
armados de papel.
Una vez bendecida la
victoria de los
otros comienza el festín
del anochecer,
el sexo desprovisto de
carne,
el contrabando de
canciones y billetes
y los veo alejarse
desde la barra del bar
donde propugno la hidrofobia:
El miedo a nuestro 70%
de agua,
el tuyo y el mio,
al charquito que formaba
el chaparrón sobre la
mesita de noche,
justo al lado
de las aspirinas
y aquel libro
de Luis García Montero.
Y de ese miedo hice
excusa,
consabida
excusa del temblor
de las aceras,
de los andares torcidos
por los renglones
de la madrugada
perdido como un poeta feliz,
como un tango bramado
por la Quimera.
Y llego exhausto al banquete
de los filósofos
y pierdo
la partida de dominó
prosaico
del pensamiento
racional
y una vez
sin alma ni lógica
lo que queda es entregarse
al cieno
y a la espuma
en perfecta armonía,
baile sintáctico de Lázaro
con Magdalena.
Y a la mañana
siguiente,
fecundada la ignorancia
en mis pupilas,
sirvo el café
de la ignominia
en completa
falta de amor propio
y toso y desnudo
mi fantasma y mi yo
poético
y dejo que el
sol del verano
los seque hasta
que sean piel sola,
sin rastro del recuerdo
ni el calor
del teléfono
del regreso.
Y ella ya estará
lejos de mi miedo
y mi asfixia,
al otro lado de la cortina
del desvelo,
engalanada
con trenzas de poliuretano
y pezones de cobre,
tan desnuda como fría
y distante
es la verdad absoluta.
Su verdad de sexo
inocente y aceite
caliente, completamente
desconocedora
de su aura
y su flujo
azul.
Ella ignora su tiempo
e ignora mi muerte,
ignora que en mi sonrisa
oculto
la gravitación del pánico,
su melancólico sonreír
y su huir de mi vida
mientras se calza de nuevo
sus pies de niebla.
Ella ignoraba que fuese
sueño y yo ignoro que
soy siquiera materia
en la excusa de la muerte.
Y me duele la soledad,
mi propia apatía
profiere el centelleo
opaco del frenesí del verso suicida,
el que pende del balcón hacia
la calle donde las mujeres
se sientan al dolor del fresco
de la tarde sevillana.
Ya callan los trece
apóstoles desde el alféizar,
los candados
suturaron sus bocas con hilo
de fe y sus gemidos
me intoxican
y me preñan de tu recuerdo
mientras las serpientes
del pasado se contonean
contra el cabecero de la cama
como un fandango desafinado.
Así da comienzo la procesión
de los despojos,
el triste roncar de los pulmones
que respiran monóxido y cal viva,
del santo que anhela tu recuerdo,
tu aroma broncodilatador...
Y a causa del ruido
que siembran
ya han despertado los ratones
y han acudido al paseo
de la desidia sobre mi colchón,
arrastran carruajes de palabra infecta
en sacos roídos
que forma un reguero sobre
el lugar otrora destinado a tu cuerpo,
hondeando en el malditismo,
haciendo del recuerdo
una bonita cinta manuscrita
que arde.
Y todo arde
poseído todo por la injuria
de la memoria,
por el endémico vaivén de las
uñas que desgarran
el descanso
y en las cenizas
se camufla el espectro viudo
de la vida misma,
el mismo fantasma que grita
desorientado
buscando el eco de la paz
para no ser sino
sexo.
Pero ya no hay sexo,
ni excusa, ni muerte siquiera,
todo lo que queda es podredumbre
haciendo del camino el suelo
irracional de mi infancia,
todo me remite a mi infancia
y te recuerdo de niña y niño
yo también
y comprendo que aquel octubre
de la secundaria no tenia fe ni espejos,
Lo mismo que entiendo que todas mis esperanzas
siempre fueron crepitar del fango embravecido,
jofaina con lamparones de vida.
Hay en tu marcha
cerveza derramada
formando un reguero
de asfixia y ansiedad,
todo claudica de mi mente,
todo huye haciendo de mi
existencia una lágrima empañada,
un quejido
que nadie oye
y tu pasas a mi lado
y ya nadie me conoce,
no existo
o existo solo en mi muerte,
en mi muerte que me hace deshacerme
en completa huida de mi mismo,
maldita muerte absurda y a la vez
cruz de la vida,
huyo pero cada paso
me acerca a ti
en dirección contraria
y me doy cuenta de que solo espero la muerte,
de que en todos los poemas aparece
manchada de cualquier sustancia,
maldita muerte de pelo de arcilla
con su vestido de navajas,
maldito estribillo de sangre:
ella ignora su tiempo.
el mismo recuerdo,
su misma sonrisa calada,
su mismo vuelo de melena
inhóspito:
–chitón.
Y de nuevo tú ante mis ojos
como si no existiera el cauce de la vergüenza,
asco de muerte que secuencia
sus esquirlas,
que lame el filo de la guillotina
como si supiese de mi otoño
y mi raíz podrida de tan verde.
Y continúa la misa y tú desnuda
y me besas y me despierto empapado
en líquido
sin nombre.
Ya han transcurrido
todas las pesadillas,
ha amanecido de nuevo
con la luz grisácea que adolece
de las persianas,
su rutina es la misma,
perseguir el rictus del
color hasta que me decida a morir
o a resucitar definitivamente
en su perfección más absurda.
Pero esta mañana es una tarde
apresurada, se lo noto en el semblante,
en tu falda también lo imagino,
en tu sonrisa,
en tu charla con tu hermana.
Ha caducado la esperanza
sin mañana ni esperma,
yerma estepa de plástico
y basura;
pero entre los esquejes de vida
muerdo carne que sabe a hielo
y germina en mi la rabia del perdedor
y doy comienzo a la autopsia del fuego
y cocinado y duro alzo la cabeza
un instante, el instante pretérito
que yergue el humo y la llama
y en su sexo nazco tambaleándome
mientras la leña calcinada
me acuna
y a mi tumba de nacimiento
acuden los gusanos
a ofrendarme sus tripas grises.
Nada queda ya del cuerpo desquiciado
de chiquilla que habitamos tu y yo,
ahora se arrastran por el lodo
tus lóbulos sin zarcillos
recordándome tu textura,
ese olor a mujer recién levantada
con la cara legañosa y despistada.
Ya condensada la rabia
en el pincel del miedo,
solo ansiedad sobre el lienzo
de la planta del pie.
Ay, chiquilla de ojos claros...
Maldita tempestad
que gime en los soportales,
maldita espuerta de agujas
donde descansa mi hígado,
agujas hilvanadas con sangre
que borbotean
olvidando el tintinear
de los féretros del día...
Y así quedo vendido al silencio
por un puñado de monedas,
los mercaderes caminan en torno
a mi cama conscientes del negocio
de la carne,
sabedores del beneficio
de mi disección y mi ofrenda.
Tienen ya lista la factura y el discurso
de despedida
y se preparan para la cena de gala.
Pero soy de barro entonces
y huyen alertados por el
crujido de mi desidia
como si fuese el susurro atronador
del parto de un apóstol.
Ya a solas de nuevo quemo
el folio
que amenaza mi decencia,
las flores han desistido de su olor
con tu marcha,
ya andan preparando las avispas
su coreografía de inyecciones
y zumbidos.
Y nada florece en tu adiós
y todo a la vez cobra vida para ti,
que ignoras la tristeza
en tu despedida,
que sabes que sin mi
no quedan sino
avenidas y verbenas
de pueblo.
Ya no se de tu tiempo
ni de tu sonrisa,
te perdiste en el estrépito
de las mañanas y la apnea.
Has huido y en tu huida
dejaste de pintar sobre la aurora
mi desmayo,
mi espera estremecida
de tan azul y de tan basta,
en perfecto funeral
de la muerte
me encuentro, corre muchacha corre,
sé que desde este instante
tu vida comienza a tener sentido
y textura,
sé que ahora por laxo que amanezca
el sol siempre tendrá sus segundos que dedicarte.
Ahora barro tus últimos pelos,
largos, rubios, eternos,
perfectamente olivados sobre
el suelo sucio,
perfectamente preparada mi despeinada tristeza.
Con el suelo barrido y la casa por pintar
comienzo el edificio de la nostalgia,
lo que pasaremos a llamar
ejercicio de la memoria,
triste cojear
por los bares del centro
y las chiquillas del arrabal.
Sigo preguntándome a que sabrás
cuando ignoras tu tiempo,
esa mirada tuya que no sabe de
anarquía ni reyes,
que solo entiende de sexo
y de paciencia,
de beso y lasca,
sigo preguntándome
por dónde has ido a parar
a los periódicos del domingo,
sigo sin saber qué fue lo que
condujo tu pintalabios a mi cama,
ahora que ya te has ido
entiendo
que el orden lógico
de las cosas
retoma de nuevo su rumbo.
No dejes que te urbanicen el corazón ni los muslos,
tú sigues siendo el fuego
que calienta el trueno,
tu sigues dosificando
tu angustia en cada cubata
y en cada polvo,
sigues siendo la ninfa
del desdén pero sigues
teniendo
munición para olvidarte de mi,
siempre tenías...
Sigue ignorando el tiempo de muerte
porque el mío es conciencia
y solo sepulta mis alas,
solo me deja engañarme,
morder los anzuelos del
otoño,
sigue volando en dirección
a las repisas del mañana,
que te esperan las uñas
pintadas,
los ojos vencidos,
el pelo revuelto y las bragas por la ventana.
Tienes el horizonte en una sola carta
sin tarot ni estigma,
hiciste bien en abandonar
los desperfectos,
en dejar el lastre de mi cobardía
en el buzón del parlamento
de la muerte,
tú que sabes que los rincones
no volverán a conocernos
sin tela de por medio.
Ya las manecillas pronostican el lunes siguiente,
la misma excusa de nuevo,
me asomo al patio y
veo a las vecinas tender,
les doy charla y bosquejo la muerte,
alfombro la orfandad,
pero vivo en una casa baja
y los sótanos desconocen
mi alquimia y mi verso
en cascada.
Huyes lejos y a cada paso me condensa más el odio
la rutina
y el exoesqueleto
de los insectos de la cocina
se deshace en tu nota de despedida
gimiendo una copla: «Se fue mi reina,
se llevó la primavera...».
Maldito vaivén de las fronteras y el destino
viudo de la ortiga.
¿Qué quedará de ti en el catastro?
Tengo ya en saldo la excusa y el consuelo,
gotas de sudor y espina,
rozaduras de nuestros cuerpos sin tiritas.
Vete ya de mi cabeza, ya que abandonaste todo,
tu sonrisa al marcharte me reconforta
y me deja sin excusa para seguir vivo,
tu puedes ser feliz sin mi,
yo no pude ser feliz a pesar de tu
abrazo,
es la ley de mi muerte,
ignórame,
ignora nuestro tiempo de azulejo partido
y noria fúnebre,
ignora que seguía tu latido,
se feliz
mientras me
dejo besar
por los ángeles de
tu memoria
y en su beso,
deshecho inútil,
tomo conciencia de mi tiempo y
del tuyo
como el vals desafinado
de los despojos
de la voz
de un poeta
maldito.
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