Aquel latido descosía bisagras
de franela,
su danza en el precipicio
dibujaba el nombre
de una ciudad
infectada
por el incendio controlado
de la vida laboral,
los horarios de oficina,
el PVP
y el precio de los alquileres.
Aquel latido
sabía que iba a ser
solo
un zumbido grave
en la lejanía de una melodía
torácica eterna,
aquel latido
sabía
que aún sigo vivo
entre los cascotes
de la burocracia.
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Como siempre geeeenial, Gaby :D
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