Tengo la urgencia de los labios en espera
en el cajero de la melancolía,
el sexo de los dioses sobre un papel mojado.
Tengo urgencia de tu dulce matarme.
Tengo nostalgia de tu invierno, tus pearcings,
tu luna, tu flequillo, tengo urgencia de morderte.
Pero llegó adormecida esa tristeza que los poetas
creen conocer, asidua en las estaciones,
robustas como Cadillacs sin espejos.
Tengo la urgencia de peatones sin vida,
el triste sonido de pasos que entona el himno del proletariado.
La melancolía de esta luna mal peinada.
Tengo urgencia de olvidar lo que no olvido,
de darte un beso atronador,
de que juegues conmigo
como si no mereciese tener conciencia.
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