lunes, 26 de septiembre de 2011

vadeando.

Los hombres de barro como yo corren tras una musa que no sabe que lo es mientras se derrumban y ella se queda embarazada de humo como mi fantasma. Los hombres de barro como yo esperan que el tigre desespere, que el corazón de tan espeso el humo se frene y deje de golpear agonizante entre el silencio, los hombres de arcilla como yo se desmoronan como espinas en las llamas, punzantes, de barba espesa, animal calcinado soy, barro cocido que moldea jarrones donde goteas, lenta y estúpida. Se despereza la noche mientras corro, huyo de mí mismo, se desligan los peatones tejiendo la danza arbórea de mi soledad, sudor y sed. Galopan despavoridos los diablos mientras hablas y en el silencio que ahora me entregas envuelto en seda se acomodan junto al divagar de mi nostalgia. Se destempla el aire y lentamente mientras fumo veo como el mundo se concentra tras el humo y te alejas…
Aun así tengo esperanza en noviembre…
Siempre llega y calcina el cierzo y con el frío me acurruco y me dejo visitar por las musas. Qué asco de faquir que no concilia el sueño en esta cama de clavos. Qué asco de domador que se acurruca entre los leones. Ya lo sé, tú te mereces el eco y no la bulla, la mirada cuidadosa de quien ostenta la luz y yo en este cuarto oscuro mientras te filtras por las humedades, vadeando la luna voy, sin precio, condenado y expuesto, pero sin precio.
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