Me cabe el corazón
en el filo de navajas romas,
estoy solo, sin ti, noche tras güisqui,
desgarrando mi hígado y mi recuerdo,
me cabe el corazón en las costuras
del recuerdo...
A veces pienso en el belfo que
empaña el cristal de tus amantes
como una nube de óxido
en mi pulmón,
y cada bocanada despoja
mi levedad
de su trágico onanismo.
Probablemente no llegue
vivo al amanecer del miércoles
de ceniza y los costaleros
encuentren mi desamor en el colchón
junto al hielo de los besos
caducados,
y mi levedad enfermiza
firmando un testamento de
miseria y carmín.
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